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Por: Annayancy Varas García, Directora General de Early Institute
Publicación original de: El Financiero

La disminución de la población joven económicamente activa impacta en la productividad y el crecimiento económico global.

En los últimos años, ha habido importantes modificaciones en la estructura sociodemográfica mexicana que encienden alertas. De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2023 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la población fue de 129.5 millones de personas, de las cuales 67 millones son mujeres (51.7%) y 62.5 millones son hombres (48.3%).

Pese a que aún predomina la población joven, hay una tendencia hacia el envejecimiento en tanto se está registrando una disminución en la población de menor edad. Según la ENADID, en 2023, el porcentaje de la población de menor edad disminuyó con respecto a 2018 (22.7% y 25.3%, respectivamente), mientras que la población de 60 años y más aumentó (14.7% en 2023 y 12.3% en 2018). Asimismo, hay datos que ponen de manifiesto la baja en la población joven, pues “en 2023, la tasa global de fecundidad (TGF) fue de 1.60 hijas o hijos por mujer. Esto representó una disminución con relación a la TGF de 2018, que fue de 2.07″. Hay que recordar que la TGF, según el INEGI, es el total de hijos o hijas que en promedio tendrá una mujer al final de su vida reproductiva.

En esta cadena de estadísticas, es relevante mencionar lo que los procesos de transición demográfica han establecido como tasa de reemplazo, es decir, el promedio de hijos e hijas que debe tener una mujer a lo largo de su vida para asegurar el reemplazo de una generación con la siguiente. En este sentido, los especialistas han determinado esta tasa en 2.1 y como se observa, México está por debajo de ella, ya que su tasa global de fecundidad es de 1.6%. Este fenómeno no es exclusivo de nuestro país, por lo que de continuar así no solo se reducirá la población a nivel mundial, sino también disminuirá la población joven (económicamente activa), impactando en la productividad y el crecimiento económico global.

A esta preocupación social se añaden estudios que hablan de un aumento de mascotas frente a los índices de natalidad. Por ejemplo, el reporte del banco de inversión Goldman Sachs proyectó que para 2030, en China, la población de mascotas superará en número a los niños menores de cuatro años. Según los análisis del banco: “China tendrá más de 70 millones de mascotas en sus ciudades para 2030. Esto es casi el doble de los 40 millones de niños menores de cuatro años que se esperan para el mismo año, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas del país”.

De igual modo en Corea del Sur se está registrando una emergencia nacional, pues la venta de carritos para perros ha superado la de carriolas para bebés, según la cadena Gmarket, uno de los minoristas en línea más grandes de dicho país. Esta nación tiene una tasa de fecundidad de 0.72, es decir, la más baja del mundo y sus autoridades están alarmadas por la tendencia de querer tener una mascota en lugar de un hijo o una hija.

Para Early Institute es importante dar a conocer el contexto en el que se dan los fenómenos sociales, en particular cuando se trata de amenazas a la vida humana. En un interés por cuidar a la primera infancia, es fundamental observar las implicaciones de una baja tasa de natalidad como uno de los principales riesgos a erradicar con la generación de políticas públicas e incentivos de protección a la maternidad. De no lograr la tasa de reemplazo, la inestabilidad poblacional comenzaría a provocar efectos socioeconómicos negativos y poco alentadores a nivel mundial.

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