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Por: Cándido Pérez, Investigador de Early Institute
Publicación original de: Mexiquense Televisión

Hace unos días, el Comité Nacional para la Vigilancia Epidemiológica y la UNAM alertaron sobre el resurgimiento del sarampión. Reiteraron que el sarampión es una enfermedad viral aguda, extremadamente contagiosa y potencialmente grave.

Se calcula que podrían existir actualmente hasta nueve millones de casos de sarampión en el mundo, con 136 mil defunciones, la mayoría de ellas en infantes. Por ello, los miles de casos detectados en diversas partes del mundo durante los últimos años han provocado que los gobiernos estén alertas ante nuevos rebrotes.

En años recientes, se ha documentado un creciente número de casos reportados tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo, principalmente como consecuencia de cambios poblacionales, inadecuadas políticas y estrategias de vacunación, así como por el auge de los grupos antivacunas.

Si bien México se posicionó como un referente a nivel mundial en el tema, el programa de vacunación se ha deteriorado de manera importante durante las últimas décadas.

A nivel internacional, México ha dejado de ser un ejemplo. En 2019 formó parte de los 10 países con mayor número de niños sin inmunizar contra enfermedades como difteria, tétanos, tosferina y sarampión.

La vacunación desempeña un papel clave para reducir la mortalidad de niños menores de cinco años. Sin embargo, la cobertura de vacunación se desplomó previo a la pandemia del COVID-19, y esta incrementó aún más los efectos adversos.

Aunque en 2022 ha habido nuevos avances, es imprescindible implementar un plan extraordinario para atender a los miles de niñas y niños que no han sido vacunados o tienen esquemas incompletos, asegurar los recursos presupuestales para incrementar la capacidad del Programa de Vacunación Universal y ampliar la promoción de los beneficios de las vacunas, a fin de incrementar la demanda e incentivar la corresponsabilidad, principalmente entre padres y madres.

Es deber de la administración federal y la sociedad civil no bajar la guardia y estar atentos a rebrotes de enfermedades prevenibles que, como el sarampión, cobran vidas, sobre todo, de niñas y niños.

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