Por: Annayancy Varas García, Directora General de Early Institute
Publicación original de: El Financiero
En México tenemos una severa crisis en materia de salud. Basta ver los efectos de la desaparición del Seguro Popular y los problemas en el abasto de medicinas en los servicios públicos, entre otros rezagos de infraestructura y cobertura. Esto significa que las familias gasten en atención privada, desembolsando importantes cantidades de su ingreso.
Al respecto, en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), se estimó que entre 2018 y 2022, el gasto de los hogares en salud se incrementó 30%, dejando al descubierto necesidades básicas.
En el artículo Determinantes del gasto de los hogares en salud en México, las investigadoras Hada Sáenz y Ángela Guzmán hablan de los casos en que suelen incrementarse estos gastos: la presencia de menores de cinco años, de adultos mayores o algún miembro con discapacidad.
Asimismo, señalan la desigualdad en la atención y calidad de los servicios de salud en México y puntualizan el concepto de gasto catastrófico, al indicar que: “El gasto en salud se vuelve catastrófico cuando un hogar debe reducir su consumo básico por un periodo para hacer frente a los gastos en salud en un porcentaje mayor a un determinado umbral”.
Por su parte, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en su Estudio sobre el derecho a la salud 2023: un análisis cualitativo, declaró que: “En 2020, 4.6% de los hogares con ingresos por debajo de la Línea de Pobreza Extrema realizó un gasto catastrófico en salud; en contraste con 3.7% de los hogares considerados no vulnerables por ingresos que incurrieron en este tipo de gasto”.
Este hallazgo coincide con lo concluido por las investigadoras Sáenz y Guzmán, previamente mencionadas, al señalar que: “son los hogares más pobres y de zonas rurales los que presentan mayores tasas de gasto en salud”.
La salud es un derecho universal y en México está protegido por nuestra Constitución al configurarse como derecho a la protección de la salud. Pese a su relevancia, hoy el Estado mexicano no está cumpliendo con los elementos esenciales en su dotación. De hecho, cada vez nos acostumbramos más a asumir los costos desde nuestro bolsillo y la afectación es enorme, ya que no solo se trata del pago de las consultas, intervenciones médicas y medicamentos en el sector privado, sino los gastos de transporte, alimentos, hospedaje, entre otros.
En Early Institute nos parece relevante visibilizar lo que ocurre con uno de los rubros más importantes en el desarrollo social. Según la Organización Mundial de la Salud, los gastos de bolsillo en salud no deben exceder 20% de los ingresos de las familias y, como se ve, México está muy por encima de esa cifra.
Por lo anterior, hay una urgencia por instaurar un sistema de salud que cubra a todos, que ayude a la economía familiar al disminuir el gasto de bolsillo y coadyuve a que el ingreso se destine a otras áreas también esenciales.