Autor: Cándido Pérez
En México, miles de niñas, niños y adolescentes viven bajo la amenaza constante del reclutamiento por parte de grupos delictivos. La violencia armada y el abandono institucional han convertido a esta población en un blanco fácil para redes criminales que operan tanto en las calles como en el entorno digital.
Plataformas como Facebook, TikTok o WhatsApp se han convertido en herramientas del crimen organizado para atraer a adolescentes mediante falsas promesas de empleo, dinero o pertenencia a un grupo. Esta forma de captación, rápida y sigilosa, ocurre muchas veces sin que madres, padres, tutores o autoridades logren detectarla a tiempo.
Entre diversas recomendaciones, organismos internacionales han señalado que nuestro país debe establecer mecanismos eficaces de identificación y protección para niñas, niños y adolescentes en situación de especial vulnerabilidad, como los migrantes, refugiados y solicitantes de asilo. También han subrayado la urgencia de implementar medidas de recuperación y reintegración social que no criminalicen a quienes han sido reclutados; por el contrario, deben ser reconocidos y tratados como víctimas, no como infractores.
A pesar de que en los últimos años se han presentado múltiples iniciativas en el Congreso para tipificar este delito o reformar leyes clave —como el Código Penal Federal, la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, y la Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes—, ninguna ha sido aprobada hasta ahora.
La violencia armada que afecta a la infancia no se resuelve con discursos ni con medidas aisladas. Es urgente una estrategia nacional que articule a las distintas autoridades en tareas de investigación, atención, justicia restaurativa y desmovilización. Esto implica, entre otras acciones, garantizar la restitución integral de derechos a niñas, niños y adolescentes reclutados, así como sensibilizar a las comunidades sobre los factores que los colocan en riesgo.
El reclutamiento forzado por grupos criminales ha encontrado en nuestro país un terreno fértil que amenaza a millones de hogares. El llamado es, una vez más, a la prevención: porque una vez dentro de estos grupos, el camino de regreso se vuelve cuesta arriba.