Por: Cándido Pérez, Investigador de Early Institute
Publicación original de: Mexiquense Televisión
En medio de debates sobre reformas estructurales y cambios políticos, las amenazas desde EE.UU. plantean una nueva pregunta: ¿qué posición debemos adoptar para enfrentar los cambios internos y externos? La respuesta me parece clara: unidad, sobre todo para garantizar bienestar y oportunidades a quienes más lo necesitan.
Si México no se fortalece desde dentro y no prioriza el desarrollo de quienes son más vulnerables, seguiremos, en el mejor de los casos, sorteando riesgos y esperando que las amenazas externas no se recrudezcan.
Cuando hablo de población vulnerable, me refiero, por ejemplo, a los seis millones de niñas y niños menores de seis años que viven en pobreza, una cifra que en estados como Chiapas, Oaxaca y Guerrero alcanza alrededor del 70% de esta población.
Estas cifras no solo evidencian una crisis en los derechos de la niñez, sino que reflejan un país que no está construyendo sobre cimientos sólidos.
Ante esta situación, el equipo de Claudia Sheinbaum tiene la responsabilidad de consolidar a México desde su base: la niñez. Esto implica tomar cuatro decisiones urgentes:
Diagnóstico nacional completo. Sin información, no hay planeación efectiva. Es imprescindible homologar los datos desde la infancia y establecer indicadores comunes para medir avances.
Inversión real en cuidado, educación, salud y nutrición infantil. Un país fuerte invierte para cosechar frutos. Ampliar la cobertura de servicios y mejorar su calidad deben ser prioridades en el presupuesto.
Un Sistema Nacional de Protección para Niñas y Niños funcional. No basta con crear sistemas; es momento de fortalecer un mecanismo que garantice todos los derechos de la infancia.
Coordinación interinstitucional. La dispersión de esfuerzos ha sido un obstáculo histórico. Necesitamos herramientas que articulen acciones, evalúen resultados y aseguren políticas públicas efectivas y sostenibles.
Un país mejor no surgirá de grandes reformas aisladas ni de discursos bien intencionados, sino de nuestra capacidad de avanzar como una nación unida.
No hay margen para la indiferencia. El fortalecimiento del país empieza en casa, desde dentro, y, reitero, protegiendo primero a los más vulnerables.