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Por: Valeria González, Vinculación e Incidencia en Políticas Públicas de Early Institute

Publicación original en El Heraldo 

En el marco del mes de la mujer es necesario cuestionarnos el enfoque con el que abordamos las problemáticas que atraviesan al género. Hoy más que nunca debemos analizar el fenómeno de la desigualdad y la violencia de género desde un enfoque de interseccionalidad.

No basta con saber que las mujeres se encuentran en posición de desventaja en ciertos sectores de la sociedad, es necesario entender el contexto y los alcances de las identidades de las diferentes mujeres frente a un fenómeno.

Las mujeres no somos un grupo homogéneo, tenemos múltiples identidades: mujeres afrodescendientes, mujeres indígenas, mujeres con discapacidad, mujeres en condición de pobreza extrema, mujeres deportistas, mujeres mayores, niñas, adolescentes, cada una viviendo la experiencia de ser mujer de manera distinta. Y, en ese sentido, pueden estar expuestas a varios ejes de desigualdad y violencia en razón de género, pero también por otras razones como la raza o la condición social.

Cada mujer, en su individualidad, puede sufrir desigualdad, violencia y discriminación de un modo único y cualitativamente diferente. Por ejemplo, al abordar problemáticas como las de la prostitución y la maternidad subrogada no basta solo hablar del derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, se requiere necesariamente una perspectiva interseccional que responda a los siguientes cuestionamientos: ¿de qué tipo de mujeres estamos hablando? ¿en qué contextos se han desarrollado? ¿a qué tipo de violencias se han enfrentado? ¿en qué condiciones de desigualdad han crecido?

Y lo mismo pasa con la violencia. Si bien, la violencia de género es la violencia ejercida contra mujeres por el hecho de serlo, lo cierto es que ésta converge -en cada caso particular- con múltiples factores que hay que tomar en consideración. Dicho en otras palabras, las distintas dimensiones de las identidades de las mujeres traen consigo distintas formas y patrones de violencia. El tipo de violencia a la que es más vulnerable una niña varía al tipo de violencia al que es más vulnerable una mujer migrante, una mujer mayor o una mujer casada.

Así pues, la denominación del día internacional de la mujer tiene un error de origen, debe ser llamado DÍA INTERNACIONAL DE LAS MUJERES. Pero esta precisión es pura vanidad, la reflexión debe tener alcances mucho más profundos.

Un primer paso para incluir a todas las mujeres en el debate público puede ser capacitar y sensibilizar -especialmente a personal del servicio público- sobre las múltiples experiencias y barreras a las que se enfrentan las mujeres, para que puedan prevenir y combatir -de manera informada y efectiva- las distintas formas de violencia. Comprender la complejidad nos permitirá diseñar mecanismos especiales y adecuados.

A la par, impulsar y convocar a todos los tipos de mujeres para crear liderazgos transformadores, que representen y den voz a todas las voces, especialmente a las que aún están silenciadas.

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