Salud financiera para un cuidado integral

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Por Annayancy Varas, Directora General de Early Institute

Publicación original en El Financiero

Con el tiempo, aprendemos a cuidar nuestra salud, ya sea física o emocional. Sin embargo, hay un aspecto que también es relevante para nuestro bienestar; me refiero a la salud financiera. En estos días, a propósito de El Buen Fin, vimos tiendas abarrotadas, pese a las medidas de distanciamiento social. Más allá de las implicaciones sanitarias, el caso es que de nueva cuenta es inevitable pensar cómo manejamos nuestro dinero.

Si bien se pueden disfrutar comodidades o bienes materiales, gracias a lo que obtenemos por nuestro trabajo, es fundamental no caer en gastos innecesarios y ahorrar para situaciones inesperadas, pensando en nuestro futuro o para cumplir una meta.

Desafortunadamente la cultura del ahorro, en México, no es una práctica arraigada. Se estima que 37.3 millones de personas de 18 a 70 años (47 por ciento) tienen al menos una cuenta bancaria, pero sólo 13.5 millones usan una de ahorro. Esto según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2018, que organiza el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en colaboración con la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).

Es importante señalar que la práctica del ahorro requiere cierta disciplina, en tanto se trata de dejar de gastar ahora para hacerlo después. Ello implica un esfuerzo por guardar parte de nuestros ingresos –aunque sea mínima, pero constante– y no utilizarla hasta que ocurra el propósito para la cual fue reservada.

Por ejemplo, hoy estamos obligados a enfrentar gastos que no estaban contemplados y que, seguramente, permanecerán por un buen tiempo, de ahí la relevancia por tratar de vivir de un modo más sencillo, sin deudas y, por ende, con menos preocupaciones (al menos de tipo económico). También la ENIF 2018 señala que la tarjeta de crédito departamental o de tienda de autoservicio es el producto de crédito formal que usan más personas (15.1 millones de adultos).

Si se hace un buen uso de herramientas como el crédito, se podrán disfrutar de los bienes adquiridos mediante esta forma; pero si hay un uso irresponsable y excesivo, a la larga habrá problemas que afectarán al núcleo familiar.

Sin duda, tenemos que pensar en lo que realmente necesitamos para vivir tranquilamente y qué cosas, de verdad, no requerimos. Las circunstancias que se nos presentan derivadas de la pandemia nos obligan a ser precavidos con el uso de nuestros ingresos no sólo por la posibilidad del desempleo sino por las necesidades médicas o de otra especie que puedan surgir en esta nueva normalidad.

Un asunto primordial es la enseñanza del ahorro en casa y el ejemplo sigue siendo el modo más eficaz para transmitir que la salud financiera es básica y responsabilidad de todos. En Early Institute atendemos el desarrollo de la primera infancia y buena parte de sus afectaciones deriva de conflictos, que en muchas ocasiones son producto de una economía inestable. Por tal, invitamos a fomentar la cultura de ahorro para asegurar la tranquilidad y el equilibro en nuestro entorno, pero ante todo para construir un ambiente que ofrezca bienestar integral a las niñas, los niños y los adolescentes, partiendo de un modo de vida un poco más simple pero rico en otro tipo de valores.

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