Por: Cándido Pérez, Investigador de Early Institute
Publicación original de: Mexiquense Televisión
Al concluir el presente sexenio, uno de los temas que ha ganado gran relevancia para evaluar los avances o retrocesos es el sistema de salud.
Durante estos casi seis años de gobierno actual, hemos sido testigos de un vaivén en el rumbo de nuestro sistema de salud, el cual aún no clarifica su futuro.
En primer lugar, la creación fallida del Instituto de Salud para el Bienestar, conocido como INSABI, que buscaba centralizar la atención médica para la población sin acceso a la seguridad social. Posteriormente, enfrentamos problemas con la adquisición de medicamentos y la controvertida instalación de la llamada megafarmacia, como respuesta al desabasto de fármacos y vacunas. Y por último, hemos visto un incremento en la falta de acceso a la salud, con un aumento del 16% al 39%, según el CONEVAL, entre 2018 y 2022, lo que significa que pasamos de 20 a 50 millones de personas que afirman no tener acceso a este derecho.
Como resultado, hemos observado un aumento en la utilización de servicios privados de salud, incluso entre la población con derecho a servicios públicos, independientemente del tipo de afiliación. Es decir, el gasto de bolsillo destinado a servicios médicos sigue en aumento.
Esto se manifiesta no solo en la preferencia de la población por acudir a farmacias locales para tratar enfermedades comunes como un resfriado, sino también en la atención de enfermedades graves para las cuales el sistema de salud no proporciona respuesta, obligando a las familias a incurrir en gastos catastróficos que afectan principalmente a los más desfavorecidos.
Indudablemente, es necesario alinear y mejorar un sistema de salud fragmentado. Como respuesta, los principales candidatos a la presidencia de la república enfatizan la universalización de los servicios públicos como la solución a todos los problemas.
Sin embargo, el camino hacia esta meta es complejo y la respuesta no puede limitarse a un simple decreto. Es imprescindible discutir sobre los métodos, evaluar lo que se ha hecho bien y lo que se ha hecho mal, establecer objetivos a corto, mediano y largo plazo.
Esas son las respuestas que se esperan de quienes aspiren a ocupar la presidencia de la república, ya que hablar de “acceso universal” en la actualidad suena a una solución genérica que no aborda las complejidades reales del sistema de salud.