Uno de los aspectos que más preocupa es que el 60% de las niñas y niños de la primera infancia no tienen acceso a la seguridad social porque sus cuidadores están en el mercado informal, lo cual repercute en que no tengan un lugar asegurado dentro de la educación inicial. De esta manera, el ciclo de pobreza perpetua de una generación a otra dejando un entorno no favorable para la movilidad social, además de marcar una brecha de desigualdad desde la primera infancia.
Aunado a esto, en México tenemos una franja que divide norte y sur con una desigualdad abismal. En el norte, 3 de cada 10 niñas y niños se encuentran en pobreza, en contraste con el sur donde se alcanzan niveles de 7 de cada 10 niñas y niños de 0 a 5 años en situación de pobreza.
Ante esta preocupante situación, Early Institute y el Sistema de Indicadores de Primera Infancia (SIPI) han impulsado una mesa de discusión con expertos de Unicef, Coneval y el Pacto por la Primera Infancia, donde realizaron recomendaciones sustantivas para asegurar un mejor futuro para los niños desde su primera infancia.
Para combatir la pobreza, es recomendable ampliar la cobertura de programas de transferencias monetarias focalizadas. Estas políticas sociales han demostrado su efectividad en la reducción de la pobreza monetaria, el apoyo a la educación, la disminución del trabajo infantil, la mejora en la alimentación y la reducción de desigualdades de género.
Es esencial implementar estas políticas sociales con una perspectiva de crianza positiva en áreas con mayor desigualdad regional social. Además, se deben proporcionar servicios básicos complementarios, como vacunación, vigilancia del crecimiento y desarrollo, atención a la desnutrición, educación inicial y cuidado infantil, así como información sobre prevención de la violencia y crianza positiva.
El combate de la pobreza en la primera infancia es urgente y requiere políticas públicas efectivas para prevenir la pobreza intergeneracional. Las estadísticas son alarmantes, con más de la mitad de la población infantil viviendo en condiciones precarias y un cuarto experimentando carencias extremas en alimentación, salud, educación y vivienda. Necesitamos disminuir estos efectos adversos para que las niñas y niños puedan desarrollarse de manera adecuada.