Un gran proyecto para la niñez de México
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19 noviembre, 2022
Por: Vincent Morfín Calvo, Abogado del área de Asuntos Públicos de Early Institute.
Publicación original de Diario Contra Réplica
Más de dos años han pasado desde que se conoció del primer caso de COVID-19 en México y, hoy en día, la consecuencia ha sido un adelanto tecnológico sin precedentes para el que claramente no nos encontrábamos preparados.
Para las niñas, niños y adolescentes, la educación debía continuar si se quería evitar un rezago educativo severo, situación que los llevó a migrar, en unos cuantos meses, la vida escolar a un entorno completamente digital, en el mundo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). ¿Qué representó esto realmente? Para las y los menores, esto significó un cambio completo en sus vidas, ya que cambiaron las clases presenciales, las charlas con sus compañeros y los horarios de recreo, por tareas en casa y clases detrás de una pantalla de televisión o computadora. Para padres, madres y cuidadores, esto representó hacer adecuaciones en sus vidas para cuidar de sus hijas e hijos, quienes se encontrarían de tiempo completo en el hogar.
Sin embargo, existe un riesgo que no tomamos en cuenta de inmediato y que rápidamente se volvió un problema de atención prioritaria en cada familia; la exposición prolongada a dispositivos electrónicos y el riesgo de sufrir violencia digital.
La legislación penal federal y de diversos estados, contemplan una serie de delitos y penas para quien los cometa valiéndose del uso de las TIC, sin embargo, estos supuestos resultan limitados cuando los comparamos con el universo entero que se encuentra dentro del internet, y cuando caemos en cuenta de la diversidad de modalidades de violencia digital que puede sufrir una persona. Dado lo anterior, preocupa aún más el pensar que niñas y niños puedan llegar a ser víctimas de estos tipos de violencia al tener carta abierta para navegar en internet desde celulares y tabletas.
Es por lo anterior que debemos realizar dos reflexiones:
En primer lugar, nosotros como personas que tenemos menores a nuestro cuidado debemos generar conciencia sobre el riesgo que representa tener una sobre exposición a las TIC por parte de ellos, que en muchas ocasiones no cuentan con la madurez o experiencia suficiente para detectar situaciones que puedan poner en riesgo su integridad.
Reflexionemos en que hay ocasiones en que nosotros mismos hemos sido víctimas de fraudes bancarios, telefónicos o sufrimos robo de información en nuestras redes sociales; ahora, imaginemos el daño que se les puede causar a niñas y niños que interactúan de forma prolongada en internet. Es por ello que debemos tener clara nuestra responsabilidad y educar de una manera proactiva respecto del uso que se les debe dar a las TIC, protegerlos mientras aún son pequeños, y educar progresivamente para que comprendan los riesgos a los que se enfrentarán día con día conforme vayan creciendo.
Y en segundo término, debemos exhortar a nuestras autoridades y personas tomadoras de decisiones para que, en el ámbito de sus respectivas competencias, formulen más y mejores políticas públicas que prevengan la comisión de delitos a través de las TIC y, sobre todo, que verdaderamente protejan el sano desarrollo de niñas, niños y adolescentes.
Por último, no es novedad que las TIC, el internet y la interacción a través de medios digitales han llegado para quedarse, por lo que no será sorpresa tampoco que cada vez más niñas, niños y adolescentes lleven su vida escolar de forma completamente digital y, aunque no sea así, las tareas, proyectos e investigaciones cada vez los requerirán de un mayor adentramiento en sitios de internet para su realización, por lo que sea cual sea el caso, resulta de suma relevancia el que sociedad civil y gobierno trabajen de la mano para garantizar entornos digitales libres de violencia para los más pequeños de nuestras familias.
Abogado del área de Asuntos Públicos de Early Institute.
rmorfin@earlyinstitute.org