Por: Valeria González, Vinculación e Incidencia en Políticas Públicas de Early Institute
Publicación original en El Heraldo
“Desde que informé sobre mi embarazo comencé a sufrir acoso, humillaciones, violencia verbal y psicológica por parte de mi superior inmediato.
En una ocasión expresamente me dijo que no pedí permiso para embarazarme, que me fastidiaría hasta que yo tomara la decisión de irme y que estaba muy decepcionado, ya que tenía proyectos conmigo en la empresa, pero por haberme embarazado no iba a ser posible que participara en ellos, por lo que me cambiaría de puesto y no tendría más oportunidad de crecimiento.
El día de las madres se ha convertido en un día para agradecer a todas aquellas mujeres que nos han cuidado, guiado y amado a lo largo de nuestras vidas. Sin embargo, este digno reconocimiento también exige que día con día se visibilicen y cuestionen todas aquellas prácticas que las rechazan por ejercer ese rol.
Un común ejemplo de estas adversidades es la discriminación laboral por embarazo, tipo de violencia que se manifiesta de diversas formas y que se incentiva por un conjunto de prejuicios sobre el embarazo en el espacio laboral; la cual se propaga y perpetúa aún después del parto.
De acuerdo con Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Persona (FEVIMTRA), de enero de 2012 a julio de 2021, la discriminación en el ámbito laboral ejercida en contra de mujeres por razón de género o embarazo representó el 69% del total de las denuncias por discriminación presentadas ante ella. Sin embargo, a pesar de ser un porcentaje ya de por sí alto y de que existen múltiples leyes y mecanismos institucionales que tienen por objeto sancionar las conductas de discriminación laboral por embarazo, así como atender y proteger a las mujeres que han sido víctimas, la realidad es que estas prácticas poco se denuncian porque no existen mecanismos de denuncia adecuados (anónimos y efectivos) dentro de los centros de trabajo ni autoridades sensibilizadas y capacitadas para atender estos casos.
Lógicamente, las mujeres embarazadas prefieren no denunciar por temor a ser despedidas o a ser revictimizadas en un procedimiento de denuncia que no cuenta con los elementos necesarios para brindarle acceso a la justicia ni a medidas de protección. Mientras conserven su trabajo, las mujeres embarazadas soportan malos tratos, humillaciones, hostigamiento, descuentos de sus licencias médicas, incluso negación de la posibilidad de ir al baño o de sentarse. Todo con tal de tener acceso a la seguridad social al momento del parto o estabilidad económica para que sus bebés estén bien, ¿cuántos casos similares no conocemos?
En ese sentido, en tanto no exista una política pública integral para brindar protección reforzada al embarazo y la maternidad que contemple, entre otras cosas, medidas cautelares ante diversos supuestos de discriminación laboral por embarazo -no solo el despido- y protocolos efectivos que permitan llevar un registro completo e investigar los hechos con perspectiva de género, no podremos saber el número real de casos de violencia ejercida en contra de las mujeres trabajadoras en razón del embarazo.
En tanto en los espacios laborales no se impulsen acciones y estrategias que mejoren el clima organizacional para las mujeres embarazadas y faciliten la maternidad, mientras no se fomente la conciliación entre la vida familiar y laboral de las y los empleados, no cesará la realidad del rechazo a la maternidad en los espacios laborales de la que aquí hemos hablado. Realidad que es totalmente opuesta a lo que se vive en el día de celebración -prácticamente nacional- a las madres.
Si tú que me estás leyendo atraviesas por una situación similar es importante que sepas que no estás sola, que esto que te está pasando no es normal, busca apoyo. Early Intitute tiene convenios con varios bufetes jurídicos gratuitos que te pueden brindar asesoría jurídica, pregunta en este link: https://earlyinstitute.org/discriminacion-laboral-por-embarazo/