Sin embargo, con frecuencia se sigue culpabilizando a la víctima, a la mamá, al papá, a las amigas, y a las personas cercanas, se continúa invisibilizando la impunidad y, sobre todo, permanecen en el silencio miles de delitos que se cometen en contra de niñas, adolescentes y mujeres adultas a diario.
Es necesario enfatizar que los datos que conocemos reflejan, únicamente, a las víctimas de delitos que tienen una denuncia o una carpeta de investigación abierta. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Pública (ENVIPE) 2021, el 93% de los delitos no son denunciados o no se abre una carpeta de investigación, o averiguación previa. Lo anterior implica que muchos de los delitos ejercidos quedan impunes.
Específicamente del 10.1% de delitos que se denuncian, únicamente el 66.9% se inicia una carpeta de investigación. Es por ello, la necesidad de generar mecanismos, en nuestro sistema judicial, capaces de dar respuesta y cumplir con la identificación, investigación y sanción de estas conductas, para que cualquier víctima tenga acceso a la justicia y el delito no quede impune.
Asimismo, no se puede omitir mencionar que es prioritario que las autoridades investiguen con perspectiva de género y se encuentren capacitados(as) y sensibilizados(as) ante estos tipos de violencia.
La violencia en contra de mujeres es una problemática de carácter nacional, es por ello que no debe quedar desatendida. Desde Early Institute hacemos un llamado a las autoridades, no solo para atender sino para mejorar mecanismos de prevención de violencia desde la niñez y hasta la edad adulta de la vida de las mujeres. Solo en la medida en que se mejore la capacidad de respuesta y se implementen las medidas de prevención necesarias, se logrará reducir la violencia en contra de niñas, adolescentes y mujeres de cualquier edad.
Necesitamos construir una sociedad en la que las futuras generaciones no repliquen la violencia sistematizada en contra de las mujeres, y trabajar en conjunto para que la seguridad no dependa de un listado de acciones personales de “precaución”, sino de la responsabilidad de todos y todas de garantizar una vida libre de cualquier forma de violencia.