Por Annayancy Varas, Directora General de Early Institute
Publicación original en El Financiero
A un año de que en México se declarara confinamiento social por la emergencia sanitaria de Covid-19, la situación parece estancarse. Si bien la aplicación de vacunas da un respiro a nivel mundial, todavía hay que seguir con las medidas de protección y de distanciamiento para evitar la propagación del coronavirus. En todo este tiempo, es evidente el desgaste en varios sentidos. Gran parte de la sociedad se vio afectada en la salud, otra en el aspecto laboral, otra más ha sido alcanzada por la violencia y muchos hemos perdido seres queridos. Sin irnos más lejos, el simple hecho de modificar nuestra rutina ha sido cansado y, a veces, causa de malestar y frustración.
Ya sea por una o varias razones, la contingencia ha dejado profundas huellas que llevarán su propio tiempo de sanación. La constante ahora es seguir cuidándonos y participar activamente porque la amenaza continúa y no se sabe con certeza por cuánto más (al menos en estas condiciones). Debemos seguir con las recomendaciones básicas del lavado de manos, el uso de cubrebocas, la ventilación de espacios, la desinfección de áreas comunes en casa y oficina y, sobre todo, evitar reuniones sociales o actividades que impliquen concentraciones masivas. A un año, ya hemos atestiguado los alcances del contagio, pero también las ventajas de las protecciones sugeridas por los especialistas.
En estos momentos sigue siendo fundamental el cuidado físico, no sólo en el ámbito de la limpieza sino en todo lo que tiene que ver con una buena alimentación, el ejercicio, la atención oportuna en caso de enfermedad, el descanso y el contacto personal. Pero también es una prioridad la salud emocional: vigilar que nuestras emociones sean canalizadas y que recibamos la orientación necesaria si requerimos apoyo psicológico. Ansiedad, estrés, depresión y tristeza son afectaciones que se han incrementado en el último año en personas de todas las edades, por eso es importante estar al tanto de los estados de ánimo y las conductas de cada uno de los integrantes de la familia. En este sentido debe privilegiarse la comunicación para identificar lo que está sucediendo y actuar en consecuencia. Para eso debe crearse un entorno de empatía, amor y respeto para que todos puedan expresarse con total libertad.
Además de los cuidados físicos y emocionales, hay un tercer ámbito que se ha vuelto primordial, me refiero al espiritual. Afianzarnos a nuestras creencias y fortalecerlas nos da aliento para afrontar lo que está sucediendo, pero también para encontrar un sentido a estas vivencias que no han sido nada fáciles. Más allá de la expresión religiosa, la dimensión espiritual es un modo de hallar bienestar a través de valores y actitudes que nos ayudan a asimilar y dar significado a lo que ocurre, sobre todo en los momentos más complejos.
En Early Institute reconocemos la relevancia de los aspectos físico, emocional y espiritual en distintas circunstancias y etapas de la vida como elementos integrales del ser humano y con la pandemia es más apremiante su atención. No dejemos que el agotamiento nos nuble y sigamos atendiéndonos, en especial a los más desprotegidos, reforzando las acciones. Te invito a retomar la disciplina y ser solidarios porque en la medida que continuemos con los cuidados, tendremos mayores posibilidades de restaurar nuestra dinámica personal, familiar y social.