Merkel: una vida ejemplar de servicio público

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Por Annayancy Varas, Directora General de Early Institute

Publicación original en El Financiero

En 2005 una mujer llegaba a ser canciller de Alemania: Angela Merkel, quien a sus 51 años aseguraba su lugar en la historia mundial. Desde el inicio, Merkel impulsó un gobierno con singulares características, pues su personalidad sellada por la sencillez, inteligencia y austeridad fue la base para hacer de Alemania la gran potencia que hoy es política, social y económicamente.

Merkel tuvo siempre ideas claras y una congruencia excepcional en sus acciones, lo que hizo que se ganara la plena confianza de sus gobernados, aun en las diversas crisis por las que ha atravesado la nación (Gran Recesión de 2008, migraciones masivas en 2015, pandemia en 2020, por mencionar algunas).

Nacida en Hamburgo, Angela Dorothea Merkel estudió física en la Universidad de Leipzig y fue la primera mujer que asumió el poder federal alemán desde que se configuró como Estado. Si era esto ya un gran mérito, sus extraordinarias cualidades la distinguieron aún más. Para empezar siempre se asumió como empleada del pueblo y, como tal, su vida fue transparente y honesta. Su forma sobria y pragmática para encarar los retos que exigía su encomienda, la colocó en una posición que hoy se reconoce como ejemplo de lo que debe ser un funcionario público al servicio de los demás. En todo momento fue una líder que supo llevar las riendas de su país sin caer en provocaciones y con una valiente solidez. No por nada fue despedida y reconocida con aplausos, hace unos días, desde los balcones de los hogares alemanes; la ovación duró cerca de seis minutos, pero su legado tendrá grandes alcances.

Su liderazgo hizo que Alemania se consolidara como primera potencia económica en Europa y, recientemente, se le ha catalogado como uno de los países que mejor se ha conducido durante la crisis sanitaria del Covid-19.

El caso de Angela Merkel es ahora una apremiante necesidad en un contexto social en el que hay polarización y la figura del servidor público se ha desvirtuado. No se trata sólo de llegar al poder –con amplia o mínima aceptación– y gobernar para los simpatizantes. Es unir esfuerzos y trabajar en beneficio de todo el colectivo. A su paso, Merkel lo entendió y lo llevó a la práctica.

Tampoco se trata de convertirse en un personaje inaccesible, que una vez obtenido el voto desconozca las urgencias de quienes lo colocaron en ese puesto. Un servidor público debe representar al pueblo y velar por los intereses comunes para garantizar que el bienestar sea parejo y sin distinciones de ningún tipo.

Con valores sólidos, Angela Merkel es y será una historia de vida a seguir. Bien valdría la pena tomar su ejemplo para exigir que quienes se dediquen al ejercicio del gobierno tomen su papel con rigor y total convicción de querer ayudar a todos, construyendo y no separando. Mención aparte, pero fundamental, es contar con una preparación y verdadera vocación de servicio.

Para quienes formamos parte de Early Institute, la aportación de esta poderosa mujer es invaluable y nos sumamos al reconocimiento de su labor, pero sobre todo valoramos su congruencia, disciplina y determinación.

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