Por Annayancy Varas García, directora de Early Institute
Publicación original en El Financiero
Con la pandemia de Covid-19 nuestra movilidad se ha limitado, pero la vida sigue y se dan casos que demandan nuestra atención y acción. Uno de ellos es la situación de los bebés nacidos por vientre de alquiler, que están varados en un hotel de Ucrania. La noticia nos ha conmocionado y nos motiva a levantar la voz por las implicaciones de abuso y explotación que se manifiestan en diversas vertientes.
Ucrania es uno de los pocos países europeos donde legalmente se puede efectuar la subrogación comercial. La práctica está prohibida en lugares como Tailandia y la India; en tanto, en México se han puesto candados legislativos para controlar su operación con fines de lucro. Debido a las prohibiciones, Ucrania se ha posicionado como la “Meca de la subrogación”, donde se estima que casi dos mil 500 niños y niñas nacen por esta vía anualmente.
La maternidad subrogada genera riesgos. De acuerdo con el Comité para los Derechos de las Mujeres y la Equidad de Género del Parlamento Europeo, “constituye una objetivación tanto de los cuerpos de las mujeres como de los niños y representa una amenaza a la integridad corporal y a los derechos humanos de las mujeres” (2013).
Pero no sólo las mujeres se ven afectadas, sino que también los derechos fundamentales de niños y niñas son vulnerados. Ejemplo de ello es el confinamiento, en Ucrania, de decenas de bebés debido al cierre de la frontera estipulado por su presidente, Volodymyr Zelensky, y que originó que no los pudieran “recoger” las parejas solicitantes.
Sin duda, esta ausencia de perspectiva de la niñez en la práctica de la subrogación comercial posibilita que los niños se conviertan sólo en un objeto de deseo, fabricados bajo pedido y mercantilizados por intermediarios sin las debidas medidas de protección.
En los últimos días, el comisionado presidencial para los derechos del niño en Ucrania, Mykola Kuleba, ha dicho que la maternidad subrogada en su país viola los derechos de los niños. Así lo expresa en sus redes sociales: “La comercialización y el permiso para recibir dicho ‘servicio’ en Ucrania contribuyen a la venta incontrolada de niños ucranianos en el extranjero. La situación con los bebés en el hotel, que se ha hecho pública, muestra una vez más la privación de derechos de los hijos nacidos de madres sustitutas. El nacimiento de un hijo lejos de la madre no es natural. De esta forma, Ucrania simplemente se convierte en una tienda internacional en línea de venta de bebés […] La subrogación es la explotación de las mujeres para obtener ingresos de empresas privadas y satisfacer las necesidades de los adultos. Pero es una que viola los derechos del niño”.
Sin duda a pesar de la legislación que rige la práctica, contingencias como la que estamos viviendo ponen en riesgo y desprotegen a los niños y a las niñas en un mayor grado.
En un esfuerzo por visibilizar los conflictos derivados de la maternidad subrogada, en Early Institute buscamos procurar el interés superior de la niñez y evitar cualquier práctica que atente contra sus garantías, vida y dignidad, como ésta que trata a niños y niñas como productos que se obtienen por encargo mediante un proceso similar al de una fábrica.