Por Mtra. Adalia Contreras, Coordinadora de Comunicación de Early Institute
Publicado originalmente en la revista Selecciones
Cuando llega un hijo(a) a casa, toda la dinámica familiar se transforma. Por eso es importante que en los primeros días la familia pueda estar unida y vivir, tanto como sea posible, esa nueva experiencia.
Para que madres y padres que trabajan fuera de casa disfruten esta dinámica, existen las licencias o permisos de maternidad y paternidad, que son periodos remunerados que se otorgan para el cuidado de hijos recién nacidos o adoptados.
En México, la licencia de maternidad es sumamente conocida y se ha ido consolidando como un derecho para toda mujer que tiene un empleo formal.
En contraste, la licencia de paternidad sigue siendo poco conocida, por eso muchos padres creen que acceder a ésta y pasar unos días en casa con su hijo(a) recién nacido o adoptado no hará una gran diferencia. No obstante, la relación que un padre tiene con su hijo o hija genera un impacto profundo y de gran alcance, que se verá reflejado durante toda la vida del menor.
Diversos estudios han mostrado una serie de beneficios para los niños cuando su padre está presente de forma activa en su crianza desde su nacimiento, destacan los siguientes:
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División más equitativa del cuidado de los hijos entre hombres y mujeres.
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Reducción de las tasas de violencia contra los niños, ejercida tanto por las madres como por los padres.
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Contribuye al desarrollo de la autoestima de los niños, así como en su autorregulación conductual y emocional.
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Mejor desempeño académico del menor, beneficiando sobre todo a las niñas.
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Mejora en la salud y el desarrollo físico y cognitivo, además de presentar mayores índices de bienestar y felicidad.
Pese a que los beneficios generados por la presencia activa de un padre son claros, aunado a que cada vez hay más hombres que están plenamente interesados en involucrarse en la crianza de sus hijos, en países como México aún se enfrentan importantesobstáculos, entre los que se encuentran:
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Modelos de comportamiento social en los que el padre sólo tiene el rol de proveedor, encasillándolo como el generador de ingresos.
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Los programas y políticas públicas destinados a apoyar a los padres de familia son insuficientes o limitados.