El efecto del estrés en el desarrollo infantil

¿Por qué invertir en la Primera Infancia?
21 septiembre, 2015
En peligro la salud de mujeres, adolescentes y niñas por uso indiscriminado de medicamentos
27 mayo, 2019

Los primeros años de vida de un niño son esenciales para su desarrollo, ya que las experiencias tempranas a las que se enfrente van a perfilar el desarrollo físico y psicológico, además de ser un gran determinante de las habilidades que poseerá y el comportamiento con el que se desenvolverá en el futuro. Una de estas experiencias es el contacto con situaciones que generen estrés.

 

El estrés se define como una experiencia emocional molesta que es acompañada de cambios bioquímicos, fisiológicos y conductuales predecibles (Baum, 1990). El estrés puede afectar a personas de cualquier edad, género y circunstancias personales. Sin embargo, está reconocido que una cantidad moderada de estrés sirve de motivación para enfrentar retos y sobrellevar ciertas situaciones de la vida diaria (American Psychological Association, 2016).

 

Durante la primera infancia, experimentar estrés puede resultar tanto promotor del crecimiento y el aprendizaje, como seriamente perjudicial, dependiendo de la intensidad y la duración de la experiencia, las diferencias individuales infantiles de respuesta fisiológica al estrés, y el grado de disponibilidad de un adulto para ayudar al niño a lidiar con la adversidad (Center on the Developing Child, 2006).

 

De acuerdo con lo anterior, se pueden detectar tres tipos de estrés:

  1. Estrés Positivo: Generado por experiencias de corta duración que representan retos, como la interacción con desconocidos. Estas experiencias ocasionan respuestas físicas menores, como el aumento de la velocidad de los latidos del corazón. En este sentido, el apoyo de los padres o el adulto responsable ayuda a la superación rápida y al restablecimiento de las funciones físicas normales. Este tipo de estrés es importante y necesario para el desarrollo saludable que ayuda al niño a formar un sentido de control y dominio propio.
  2. Estrés Tolerable: Es generado por experiencias que podrían tener consecuencias a largo plazo, como un desastre natural, pero que son tolerables si se producen en un periodo de tiempo limitado en el que los adultos de apoyo protegen al niño, brindándole al cerebro la oportunidad de recuperarse de los efectos potencialmente dañinos de un sistema de respuesta al estrés sobrecargado.
  3. Estrés Tóxico: se asocia con la activación intensa y prolongada de los sistemas de respuesta corporal al estrés. Los desencadenantes suelen ser la pobreza extrema, el caos familiar continuo, abuso físico o emocional, negligencia o desatención crónica, repetida exposición a la violencia, entre otros. La característica principal es la ausencia de relaciones estables de apoyo, que permitirían ayudar al niño a enfrentar las problemáticas y con ello retornar a niveles normales la respuesta fisiológica frente al estrés (Center on the Developing Child, 2006).

 

El estrés tóxico, crónico y persistente durante en la infancia temprana, es sumamente dañino para los niños:

  1. Disminuye los índices de desarrollo cerebral.
  2. Puede afectar la forma en la que ciertas características genéticas se expresan.
  3. Dificulta el proceso de aprendizaje e incorporación de habilidades que se lleva a cabo en esta etapa de la vida.
  4. Puede afectar el sistema inmunológico y otros mecanismos regulatorios metabólicos.
  5. Vuelve al niño susceptible a presentar enfermedades relacionadas con el estrés físico durante su vida (como hipertensión y diabetes).
  6. Genera un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental como depresión, trastorno de ansiedad y abuso de sustancias.
  7. También resultan más propensos a mostrar comportamientos violentos o inestables, y estilos de vida adultos perjudiciales (Thompson, 2014).

 

A pesar de las consecuencias negativas que genera, está demostrado que gracias a la plasticidad y la alta capacidad de adaptación que tienen el cerebro y los demás sistemas biológicos de los niños, las respuestas neurobiológicas al estrés tóxico pueden ser controladas e incluso revertidas (Thompson, 2014).

 

Para esto, es necesario intervenir de forma efectiva y oportuna en programas y políticas públicas que busquen apoyar a aquellos niños que se encuentran en un mayor grado de vulnerabilidad frente al estrés tóxico.

 

Es importante recordar que, para que las intervenciones tempranas -como programas de apoyo a familias que se han enfrentado a casos de abuso de sustancias o a violencia intrafamiliar- solucionen o disminuyan la causa del estrés y protejan al niño de sus consecuencias, deben estar respaldadas por una investigación y un diagnóstico previos, una infraestructura de alta calidad y un equipo de especialistas capacitados y comprometidos. De otra forma, el efecto no será el deseado y la calidad de vida del menor no tendría una mejoría suficiente, impactando su vida futura.

 

 

¿Se te hizo útil la información? Tú puedes apoyarnos para que sigamos buscando que todos los niños y niñas tengan inicios felices

 

 

 

Fuentes de información:

American Psychological Association (2016). Comprendiendo el estrés crónico. Recuperado de https://www.apa.org/centrodeapoyo/estres-cronico.aspx

Baum, A. (1990). “Stress, Intrusive Imagery, and Chronic Distress,” Health Psychology, Vol. 6, pp. 653-675

Campos, A. (2010). Primera Infancia, una mirada desde la neuroeducación. Recuperado de https://www.iin.oea.org/pdf- iin/RH/primera-infancia-esp.pdf

Center on the Developing Child (2015). La Ciencia del Desarrollo Infantil Temprano. Recuperado de https://developingchild.harvard.edu/wp-content/uploads/2015/05/01_LA-CIENCIA-DELDESARROLLO-INFANTIL- TEMPRANO.pdf

Center on the Developing Child (2006). Ciencia del Desarrollo Infantil Temprano: Cerrando la brecha entre lo que sabemos y lo que hacemos. Harvard University

Schneider, A., Ramires , R. (2008). Primera Infancia Mejor: Una innovación en política pública. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura

Thompson, R. (2014). Stress and Child. Recuperado de https://futureofchildren.org/futureofchildren/publications/docs/24_01_02.pdf

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Language